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De regreso en Tuxtla Gutiérrez

Ya estos de regreso en Tuxtla Gutiérrez, Chiapas. El Chiapas de Sabines, Don Jaime Sabines, el de las “cucharaditas de luna” para curarlo todo, o casi todo. Desde la media noche de ayer tomé el autobús de la línea Cristóbal Colón y viajé toda la noche para llegar acá, pasando por esos pueblos con paisajes de ensueño, Pichucalco, Ixután, Solusuchiapas (no estoy seguro si es “solu” o “sulu” el caso es que los pobladores suelen llamarle con el nombre corto de “shulo”), Tapilula, Ixtacomitán, Rayón, etc.

Al fin llegue a las 5:40 a la terminal OCC, que por cierto desde la primera vez que vine a Tuxtla me llevó tiempo averiguar que significaban esas siglas, y poco tiempo después supe que se refería a Ómnibus Cristóbal Colón, que locura, era tan obvio. Lo primero que hice fue buscar un lugar donde poder tomar un cafecito ya que para esa hora era necesario poder despertarme bien, así que enfilé hacia el primer puesto que encontré. Craso error. Ha sido el café más caro que he tomado luego del Café la Cabaña allá en mi querida Villahermosa. Diez pesos un vasito de unicel con café, además que no era un café caliente como a mí me gusta sino un café tibio y casi simple. En fin.

Todavía la señora del puesto me ofreció pan, lo que no acepté no fuera a cobrármelo más caro que la Bimbo o Tía Rosa (al menos por mi casa un pan vale $1.50 y son deliciosos), así que preferí preguntarle por la ruta 20 que me había recomendado Nadia Penagos una compañera de la maestría que trabaja en un hospital de Tuxtla pero que últimamente se dedica a orientar turistas despistados y de escasos recursos para tomar un taxi así que me oriento respecto de de donde tomar la colectiva. (jejejeje saludos Nadia)

Por cierto, ahora que hablo de mi amiga Penagos debo decir que vine a Tuxtla a tomar clases presenciales de la maestría que actualmente curso, ya que la modalidad que elegí desde un inicio fue a distancia por lo que comúnmente no tengo que viajar acá para tomar la clases, no obstante, decidí llevar esta materia en la modalidad Presencial con el fin de convivir con mis compañeros a los que conozco muy poco.

Por ahora lo único que recibiré a distancia es la guía turística de mi amiga Nadia Penagos, quien me dio todo un itinerario del cual tomé nota con puntualidad sin embargo nunca me dijo que el denominado CONEJOBUS (los equivalentes a Transbús de mi rancho) no daba cambio, así que al pagar con 10 pesos me llevaron al baile de nuevo. 10 pesos del café y 10 pesos del Bus.
Después de tomar la ruta 20 llegué al mercado 5 de mayo como me lo había indicado Penagos y me doy con que el mercado estaba cerrado: Luego de preguntar a personas que pasaban por el lugar, supe que no abrirían sino hasta las 7, entonces me quedé sentado en una banca del parque frente al mercado a esperar que abrieran.

Aun no terminaban de abrir el mercado, o al menos las puertas principales estaban aun cerradas, cuando un puesto de la esquina del mercado comenzó a sacara mesas, colocar sillas, etc. A lo lejos logré leer la denominación del puesto, “Doña Mary”, era un puesto de tamales estilo chiapaneco. Seguí esperando que el mercado abriera y sin percatarme a tiempo noté que el puesto de “Doña Mary” ya estaba lleno y tomando cuenta aquella frase de “Vox Populli, Vox Dei” decidí dejar de esperar la apertura del mercado y me cruce la calle de inmediato.

En el puesto de tamales lo único familiar para mí era el arroz con leche que se veía delicioso, el café y nada más. Los tamales eran de muchos tipos, de bola (ni idea), de cambray, y otros que no recuerdo sus raros nombres. En fin, luego de analizar que lo de cambray se refería a “papas” pos pensé en un tamal de papa y lo pedí, nada más fuera de la realidad.

El café me ayudó a digerir el tamal cambray que para mi suerte había yo pedido dos, además de que al no imaginar que se trataba de un tamal dulce con carne deshebrada y verduras o algo parecido, le puse también salsa picante. No puedo decir que el sabor era feo, al contrario era un tamal muy rico, el asunto era que tenía un sabor dulce y en mi rancho los tamales son salados, así que era asunto de costumbre.

Luego del asunto del tamal cambray y de saborear aquel rico café, noté que el mercado por fin había abierto (que locura, debieron abrir a las 7, cuando los mercados de mi rancho a las 4 o 5 ya están en su apogeo), así que visité su interior, y a salir por uno de sus costados que encontré como con ocho o nueve locales de comida de distintos tipos, y yo me la había pasado esperando que abrieran del otro lado. Como dice mi abuelita (mi mami) “el que no sabe es como el que no ve”, yo ni sabía ni los vi.

En el mercado compré un kilo de “tascalate”, una bebida muy parecida al polvillo de mi pueblo, de hecho al parecer es lo mismo pero con canela y algo parecido al achiote que le da el color rojo característico. Tomé por primera vez el tascalate en casa de mi amigo Manuel Llergo en Teapa y desde entonces me gustó.

Enfilé después hacia la parada de autobús para dirigirme a las oficinas de UNISUR pero como aun eran las 8 de la mañana y yo no entro hasta las 9 me senté hacer tiempo ya estando en la parada del conejo bus.

Por cierto que debo decirle que el dichoso conejobus no usa combustible común, sino que usa el denominado biodiesel que no contamina y al parece lo obtienen de algún proceso de de biodegradación o algo así. Una cosa que me dejó muy sorprendido fue ver como la gente se forma en fila para tomar el conejo bus, en la medida que van llegando se van formando, de tal manera que el que llega primero tiene derecho a subir primero. Increíble, acá en mi rancho todavía estamos muy salvajes para poner en práctica esos hábitos cosmopolitas que ya han adoptado muy bien los habitantes de Tuxtla. Chido ¡¡¡Más perros que Popeye!!!.

Posteriormente tomé el conejobus para irme a la universidad y fue ahí donde “la puerca torció el brazo”, yo no traía cambio y tuve que pagar con una moneda de diez pesos y el dispositivo del bus no me dio el cambio. Con todo y rabieta terminé de llegar a las oficinas y tal como me había dicho La Penagos, encontré Bonampak y ahí me bajé. Ya para entonces faltaban 20 minutos para que iniciara la clase.

Me presenté de inmediato en el aula que me correspondía, no sin antes preguntar a los empleados de UNISUR, y saludar a otros como el ingeniero Oscar, encargado de soporte y a quien siempre me la vivo molestando cuando tomo mis clases a distancia y el sistema para tal fin falla.
Después, uno a uno fueron llegando los compañeros, a algunos ya los conocía, otros solamente de vista, otros para nada los conocía y desde luego Mi amiga Penagos con quien ya había conversando en varias ocasiones por el Messenger y había sido la guía para que mi regreso a Tuxtla fuera menos tortuoso. Al poco tiempo el profesor llegó y la clase comenzó.

Finalmente al terminar la clase mis compañeros se fueron a su clase de inglés y yo tomé la colectiva de la ruta que me llevaría a la terminal OCC y ahí tomar el bus de regreso a mi adorada Villahermosa. Salía las dos de la tarde de Tuxtla Gutiérrez y ya para 5.30 estaba entrando a Villahermosa, luego de ahí tomé un autobús en La Sultana para regresar aquí a Teapa, a donde llegue poco antes de las 7 de la noche.

Volveré Tuxtla, y llegaré hasta aquella cruz ubicada en un cerro y que se puede ver desde varios puntos de la ciudad, siempre y cuando la Penagos -mi guía de turista-, me indique como llegar hasta allá. Volveré pronto.

Así las cosas. Así mi visita a Chiapas de Corzo, el Chiapas de Reyli, el Chiapas de Ornelas, el Chiapas de Sabines. El gran Jaime Sabines.

...Pon una hoja tierna de la luna debajo de tu almohada y mirarás lo que quieras ver....Fragmento del Poema "La luna" de Jaime Sabines

Hoy te contaré del día que te fuiste

Ya no quiero contar los años que pasaron desde tu partida. Solo sé que recientemente conmemoramos un año más de que te dejamos de ver. No he podido olvidarme -y no creo que pueda hacerlo- de aquél lunes 24 de de marzo que celebrábamos a regañadientes el cumpleaños de Gloria Calcáneo, ya tu sabes lo complicado que resulta entenderla a veces, si se acuerda uno de ella es malo y si no se acuerda uno de ella resulta peor. Así que aquella tarde -a pesar de su negativa- nos dispusimos a celebrar su cumpleaños y habíamos comprado un pastel, mis hermanas habían preparado algo de comida me parece y yo había comprado unas cuantas cervezas para pasarla lo más alegre que se pudiera ese día.

Mis hermanas y yo decidimos sentarnos en la sala con Gloria mientras que se partía el pastel y hacer todo lo propio juntos con nuestros hijos, para ese momento ya alguien había puesto algo de música en ese estéreo tuyo que pocas veces volvió a sonar desde aquella vez. Estábamos en medio de la celebración cuando tú llegaste con algunas cheves “entre pecho y espalda”. Recuerdo que te pregunté si querías una cerveza –aunque yo ya anticipaba la respuesta pues nunca tomaste conmigo- e inmediatamente me respondiste con movimientos tambaleantes y con ademanes de negación un rotundo “no”.

Aquella fue la última vez que te vi de pie, con vida, hablando aunque en estado de ebriedad, lejos de imaginar que esa sería la imagen que me quedaría grabada para siempre de ti y de que ya no te vería más de pie, con vida, aunque fuera así, ebrio. El jueves siguiente, yo acababa de regresar de Teapa a casa, cuando recibí una llamada de mi mamá Gloria para avisarme que te estaban llevando en ese momento al hospital por que te habías puesto mal de salud, para cuando eso pasó yo estaba terminando de cenar y aun luego de la llamada no le di la importancia debida al asunto, incluso le dije a mi mamá que se calmara que todo estaría bien y que yo pasaría a verte en los días siguientes a la casa para ver como seguías.

No recuerdo bien si vi la televisión todavía pero sí recuerdo que comenté con Marisa lo sucedido y como siempre me incitó a ir a verte o al menos hablarle al día siguiente a mi mamá para preguntarle por ti, quiero pensar que incluso Marisa había notado en mi cierta indiferencia por el hecho.


Cuando me dispuse a dormir, y a pesar del cansancio que siempre implicaba para mí el hecho de viajar todos los días de Villahermosa a Teapa y viceversa no me fue posible conciliar el sueño, intenté dormirme de todas las formas y nada, simplemente no dejaba de pensar en lo que pasaba, era como si algo o alguien me dijera “no te duermas”, “necesitar ir a ver lo que está pasando”, en fin.

Luego de varios intentos por dormir y de tantas sensaciones extrañas por fin “me cayó el veinte”, le dije a Marisa en voz baja que algo no andaba bien, que tenía una sensación extraña que no me dejaba dormir y que me iría en ese momento al hospital a ver lo que estaba pasando contigo. Marisa me hizo el favor de llamar un taxi mientras yo me vestía y me fui al Hospital Rovirosa.

Cuando llegué a ese lugar, tuve la sensación de pies de plomo, subía por esa rampa de ambulancias y no terminaba de llegar. Cuando llegue ahí supe la realidad, mi realidad, tu realidad. Mis hermanas me alertaron de lo delicado de la situación, de cómo habías llegado inconsciente al hospital y de cómo para entonces tu rostro estaba muy deformado por una parálisis facial y tus balbuceos y palabras incoherentes eran nada comparado con que no reconocías más que a mi hermana Alma y a mi mamá.

Los pronósticos según mis hermanas -que para cuando yo llegué ya había hablado con uno de los médicos- eran los peores, habías sufrido una derrame cerebral y era poco probable que te recuperara de esa situación.

Un par de horas después el pronóstico se hizo realidad, te declararon con muerte cerebral y desde ese momento solo era cosa de esperar lo irremediable y eso podría llevar horas, días o meses quizá. Recuerdo que junto con mis hermanos fuimos pasando a verte en aquella cama donde una chica te daba respiración manualmente con una especie de botellón de agua flexible adaptado a una cánula que tú tenías en la boca.

Te hablamos de todo, unos te pidieron perdón, otros quizá solamente queríamos saber si era posible que nos escucharas, en mi caso para decirte que mucho de lo que había logrado hacer en mi vida, irónicamente había sido gracias a lo que no habías hecho por mí, aunque no tengo claro si en mi tono hiriente –como dice mi hermano- o de agradecimiento.

Sabía que ya no volvería a verte nunca más de pie, sabía que tenía que hablarte de todo lo que hubiera querido hablarte en otro momento, que ese era el momento de poder conversar contigo como nunca antes, a pesar de la compañía indeseable y la frialdad de la chica que no dejaba de darte respiración sin voltear a verte sino que por el contrario leía un puño de hojas –preparándose para un examen de medicina a lo mejor- apoyándolas sobre ti para una mejor lectura.

Nunca supe si mi mamá se hubiera resignado alguna vez a tu pérdida, de lo que si estoy seguro es que fue bastante fuerte al irse a la casa a preparar todo lo necesario para esperar tu regreso aunque fuera en un ataúd. Al día siguiente por la tarde la hora llegó, nos avisaron de tu deceso y el caos comenzó. En eso momento -solamente en ese momento- me di cuenta que era yo tan vulnerable como cualquier otra persona, ya que antes de eso yo creía tontamente que se podrían morir los papás de cualquier otra persona menos los míos. Que insensatez.

Habías muerto, y tu hijo mayor, varón, el mismo que muchas veces había renegado de ti y de tu paternidad, estaba zambullido en pozo de recuerdos y palabras, frases, regaños, lamentándose de tu partida y de lo mucho que hubiera podido abrazarte la última vez que te vi con vida tres días antes. Recuerdo haber hecho la preparación de la papelería correspondiente pero no recuerdo el orden, no obste puedo recordar que Gloria me había dado la ropa con la que te debía vestir a la hora que me fuera entregado tu cuerpo.

Cuando llegamos al hospital para que nos hicieras la entrega de tus restos mortales, mi cuñado David me acompañaba junto con Enrique el chavo de la funerario, quien además es un viejo amigo de la familia a quien solo vemos de cerca y conversamos con él esos días tristes como este que hoy recuerdo y a quien dicho sea de paso, por razón de su oficio le apodan “el muerto”.

Al ir a las planchas del hospital a buscarte, fue terrible verte sin ropa, con una especie pañal de tela solamente, cuando tú en vida habías sido tan friolento y que en días de lluvia solías vestirte con tus viejas camisas de Pemex y tus playeras debajo además de tu dos colchas para dormir. Al momento que Enrique me pidió el apoyo para pasarte de la plancha a la caja y después poder vestirte, tuve que tomarte de los brazos para cargarte y al final no pude hacerlo ya que al tomar tus brazos sentí la rigidez de tu cuerpo inerte y recordé la fuerza de tus brazos en vida, tus brazos de herrero, tus brazos forjados a base de marro y segueta.

David y Enrique terminaron de vestirte mientras yo me tiraba en piso a llorar como un niño desconsolado. Después te llevamos a casa donde ya te esperaba Gloria, tus hermanos, los vecinos, mis hermanos, mi mami y mis tíos. De lo que pasó luego recuerdo solo imágenes borrosas, te llevamos al panteón junto a mi abuela Eloisa, tu mamá, tal como tú lo hubieras querido -estoy seguro- ya que tu madre lo fue todo para ti, estando siempre incluso antes que nosotros y Gloria, a pesar de nuestros pesares por ello y que con el tiempo los hemos superado con creces.

Creo que la idea de escribir este intento de relato, más que para que lo sepas -que creo que lo sabes-, es para que yo mismo lo recuerde y lo mantenga tan fresco a pesar de los años, para no olvidar lo frágil que somos, que soy, y que son las gentes que quiero; que se pueden morir ellos como cualquier persona ya que no gozan de inmunidad por el hecho de ser mi seres queridos, y que siempre debo decirles lo mucho que me importan y lo mucho que han contribuido a mi felicidad tal como no pude hacerlo contigo hasta el día que estabas en esa fría cama del hospital.

Los días pasaron después de tu deceso, semanas enteras sin poder olvidar la rigidez de tus brazos aquel día en el servicio forense, y ni que decir de la petición de mi madre de que abrieran la caja de tus restos mortales para darte una bendición tocando tu frente y diciéndote palabras que todavía hoy calan profundamente mi alma y vuelven a estremecerme cada vez que las escucho en mi mente.

Gloria no volvió a ser la misma, envejeció tan rápido como te dimos sepultura, la mitad de su vida se fue contigo en aquella bendición que vino a esclarecer muchas cosas, como el hecho de que se aguantara todo lo que le hiciste y que luego quisiste recompensar pero no te alcanzó el tiempo, o mejor dicho, porque el tiempo te alcanzó a ti ya no lo hiciste, el tiempo de tu partida.

Gloria te quiso como a nadie, tal vez no más que a nosotros pero si más que a ella misma, de eso no me cabe la menor duda, no sé si alguna vez me han querido así como a ti pero me gustaría mucho que fuera así. Mi madre se empezó a morir desde que tu moriste y muchas veces a externado su deseo de morirse para irse junto a ti. No sé si donde estés puedas leer lo que te escribo o si ya lo leíste de antemano desde el mismo momento en que lo estoy pensando, no lo sé, pero siento una necesidad inmensa de que así sea para poderte pedir que llegado el momento, puedas recompensar a mi mamá tanto como lo que te faltó y mucho más.

Te lo pido por lo que no le diste, por lo que no le hemos dado nosotros, por lo que te faltó darle, por lo que no quisiste darle en su momento, por lo que quisiste darle y no pudiste, por los pesares que le causaste, por la felicidad de los 6 hijos y las infelicidades que luego le dimos nosotros con nuestras travesuras de niño y nuestra conducta e incomprensión de adultos, por los dolores de partos en el hospital y las esperar interminables para dar a luz al más querido de sus hijos en un cuarto de vecindad, por tus olvidos y tus infidelidades, en fin; por todo eso que quedó pendiente y que estoy seguro fue lo que recordaste esa noche en que moribundo le hablaste a Gloria con aparente incoherencia, diciéndole frases de antaño, como cuando novios, como en los viejos tiempos, los mejores.

Hoy solo me resta esperar también a tener una segunda oportunidad -aunque sea breve-, de volver a verte y darte un fuerte abrazo y decirte “gracias por todo”, lo deseo tanto que a medida que pasa el tiempo me convenzo cada vez más que podré hacerlo realidad alguna vez. Hasta entonces Papá, hasta siempre.

Antonio

Mi búsqueda y mi deber ser…

A veces, en días como hoy me pregunto si puede haber días peores, y si, pasa el tiempo y los días peores aparecen. La misma historia se ha repetido durante muchos años desde que tengo plena conciencia y al mismo tiempo mientras más me empeño en encontrar la justificación de algo, la razón de ser de algo, más me decepciono. Intento buscar la verdad, mi verdad quizá, y al no encontrar esa verdad que espero encontrar la decepción es mayor.

Desde niño soñé con tener una familia, una familia distinta a aquella en la que yo había crecido, otro tipo de trato, otro tipo de personas, en fin. Pero cuando se dio la oportunidad de tener una familia, al pasar el tiempo, los años, noté que no era tan simple como lo había yo soñado entonces. Una familia es más que un compromiso legal, más que un compromiso de hijos y de esposo, es más que todo eso.

Mi búsqueda ha sido incansable durante muchos años, al principio resultó difícil hacerlo solo, ya que de cinco hermanos y siendo el mayor, se me hizo el compromiso –sin ser consultado- de ser un ejemplo para ellos, por lo que tuve que trabajar y estudiar para poder sacar ese compromiso adelante, mismo que a la larga resultó una ofensa para mis hermanos, al grado de llegarme a llamar mi hermana Alma Delia “el hijo pródigo”, en sentido irónico claro está.

Con el paso del tiempo no solamente acepté aquel compromiso solitario sino que aprendía a convivir con él, aunque cabe enfatizar que no era algo que yo hubiera deseado así sino que me fue impuesto, ya que por mi hubiera seguido ese camino de valemadrismo en el que me había conducido durante mucho tiempo en la colonia donde vivía, que dicho sea de paso, por aquellos años estaba considerada como la peor colonia de Villahermosa, la más conflictiva, la de mayor índice delincuencial, etc. Ese compromiso no deseado siempre lo relaciono mucho con una entrevista que vi en la televisión al cineasta Oliver Stone, cuando estando comentando sobre la trama de una de sus películas de guerra, aseguraba que habían actores que habían vivido la guerra en realidad, y al pasar una escena de uno de esos orientales para comprobar lo dicho por el cineasta decía entre otras cosas, que ellos “habían luchado en la guerra no porque fueran muy valientes, sino porque no les había quedado de otra”…fue una pequeña frase que me dejó muy marcado desde entonces.

Yo había tenido que abanderar una causa que no era la mía, mi madre quizá habría querido ver que el esfuerzo que había hecho por sacar a cinco chamacos adelante a toda costa, tenía que ver un resultado alguna vez, y entonces pensó en mí, como eligió no lo sé, nunca le he preguntado ni lo haré. Mi madre dejó que mi hermana que me sigue en edad estudiara solamente hasta sexto de primaria y a mí no. Mi otra hermana, estudió solo hasta la secundaria y a mí me obligó a continuar; otra de ellas no terminó la secundaria y a mí me fregó más, finalmente mi hermano acabó la secundaria en una escuela especial para trabajadores y cuando le vino en ganas, mientras que mi madre a mí me partió la “mandarina en gajos” para hacerme terminar la secundaria en tiempo regular, sin reprobar y a pesar de los pesares.

Pasaron los años, estudié no solo la secundaria, no solamente la preparatoria sino que un día fui a la universidad a estudiar una licenciatura y la concluí y hoy estoy a meses de concluir una maestría, misma que tampoco desee sino que los compromisos del trabajo que hoy desempeño hicieron de ese hecho de nuevo una obligación, aunque no puedo negar que todo eso ha sido para mí una satisfacción personal.

Lejos quedaron aquellos años de partirse el alma aquella empresa de materiales eléctricos donde me hacían trabajar hasta los domingos, lejos también aquel tiempo en un periódico donde las noches eran interminables y del cual salía casi al amanecer para tomar el camión que me llevaría al campus universitario en Cunducán, que decir de la imprenta de mi gran amigo Vicente Morales (q.e.p.d.), y aquél patrón tan bandido de nombre Sebastián que aun siendo casi un niño me hizo cargar un tubo galvanizado desde el centro hasta la colonia Atasta donde vivía, mientras él tomaba un Taxi para ir al mismo lugar.

En fin, de recurso económicos no puedo hablar, viví y cobré lo que honestamente me correspondía a pesar de haber visto como otros se embolsaba el dinero ajeno, durante mi paso por sector público me alinee, como se dice comúnmente en política; me formé, esperé mi turno, mientras otros se “saltaban las trancas” y unos más “asaltaban” los puestos y cometían atrocidad y media y yo siempre “alineado”.

Al final de cuentas busqué siempre ser ese ejemplo que mi madre quiso, me mandó de avanzada para “abrir brecha para los que venían atrás”, para ser un ejemplo, para ser digno de su esfuerzo, digno de mis hermanos, etc. No obstante lo anterior y ya encarrilado en compromisos, me casé y ahora debía ser digno de una familia y un ejemplo para mis hijos, aun cuando he cruzado ya la primera mitad de mi vida en una búsqueda que aun no termina.

Nadie me pregunto a mí lo que yo quería hacer en verdad. Me hubiera gustado viajar sin compromisos con nadie, hubiera querido vivir en carne propia el movimiento zapatista que consideré siempre una lucha justa, hubiera querido estudiar la carrera de Derecho, hubiera preferido dedicarme en cuerpo y alma al periodismo y hacer una carrera profesional en ese medio. Cuanto hubiera dado por asistir a un concierto de Silvio en Cuba, a un concierto de Pablo en el Zócalo, a una tocada de Lora, a una lectura de poesías de Alejandro, a una conversación con don Germán Dehesa, en fin, y no tener que anteponer siempre mis compromisos para quedar bien con otros.

Al final no quedé bien con mis hermanos, no soy el hijo preferido de mi madre, sigo siendo el padre malvado que mis hijos ven en mí, no soy el esposo complaciente y abnegado que mi esposa esperaba y todavía continúo en la búsqueda, una búsqueda que no ha sido tan improductiva como pudieran pensar después de leer los párrafos anteriores, esta búsqueda me ha permito conseguir algo de lo que muy pocos pueden presumir, aunque eso será otro tema parte de MIS VIVENCIAS y de lo que en otro momento les contaré también.

Desde luego que la búsqueda continuará hasta el último de mis días, y espero poder encontrar al final algo mejor y que llegado su momento yo pueda encontrarme con el Creador cara a cara y pueda sentir por fin en su compañía el descanso y el abrigo que tanta falta me hace ahora.

La extinción de los héroes

Quiero dejarles esta vez con una historia que me encontré "caminando" por la web, y me vi en la necesidad de "recogerla" con mi Ctrl+C y depositar en este pequeño rincón para compartirla con ustedes...espero que les guste tanto como a mí, y si acaso quieren leer más de esta personal les dejo aquí su LINK: http://hombrepalido.blogspot.com/

Eris Quod Sum*

Algunas veces no es suficiente lo que uno puede hacer para evitarle males a las personas que uno quiere. No, por más que uno quiera no puede luchar contra demonios ajenos. Esos demonios que, juguetones, pueden disfrazarse y mostrarse de las formas más diversas, como un duende al final del arco iris, una sirena en medio de un océano solitario, o tan sólo como actitudes o acciones propias en la naturaleza de esas mismas personas que de tanto en tanto le juegan un revés inesperado.
No hay ya en nuestro mundo lugar para héroes; la gente no los necesita, o peor aún, ya no los quiere.

No hay gratitud ni sonrisa ni afecto, tan sólo desdén, indiferencia y soledad. Cada cual inmerso en su propio microuniverso, buscando alejarse o aislarse de las cosas que le rodean que le parecen imprescindibles o molestan siquiera su realidad (en apariencia) autosuficiente.

Cuando las heridas dejan de ser estigmas físicos y se encuentran a un nivel psicológico (por no decir psicosomático), no hay espada que empuñar, ni demonios que uno pueda luchar.
Cada cual, como dije, en su mundo.

Entonces, cuando aparece un extraño vagabundo en este "multiverso" formado por la suma infinita y la escasa intersección entre los microuniversos de las personas, alguien que se interesa más bien por adentrarse en esos recónditos lugares que por crear o aislar su propio rincón de realidad, no puede evitar sentirse confundido, perdido...

No hay avisos ante estas cosas, no hay un cartel que al entrar en esta realidad advierta al vagabundo con su espada.

Y él, él no pidió entrar allí; no pidió verse inmerso en esos lugares que tan ajenos le resultan y tantas veces quiso comprender, porque su mente, si bien cuenta con la capacidad de crear estos mecanismos que mencioné antes, decide, por alguna razón que se le escapa, no emplearlos, y seguir a la deriva en medio del mar, solitario y sin ningún rumbo prefijado.
Allí donde el viento le lleve, él se dirige.

Allí donde las medusas, las serpientes y los cíclopes se encuentran cada vez más lejos y su espada tenga escasa utilidad (por no decir nula).

Él intenta ver al mundo como un todo, comprender sus partes, sus mecanismos, sus defensas. Mas su alma, con el tiempo, se desgasta. Las miradas de las gentes al pasar con el tiempo tornan a la indiferencia, pues su sola imagen genera en ellos una de esas "molestias" que pretenden evitar.

Y el héroe (título sin ningún sentido ya) sigue caminando, preguntándose cuál es su rumbo, cuál es su lugar y el porqué de que su destino haya querido que caminase de esta manera. Se pregunta, mas no lamenta uno solo de sus pasos.

Con cada andar, cada mirada y cada contacto (por más breve que haya sido) ha aprendido un pequeño algo. Ese "algo" intangible pero que le da esencia a su vida como la ha vivido y como planea seguirla viviendo.

Cansado y abatido, torna a sentarse a un costado del camino que recorre, y pensar... pensar cuáles son sus monstruos, a qué demonios luchar.

Pero se ha dado cuenta de algo y esto es que en todo el tiempo que ha caminado solo, con la espada enfundada, ha olvidado, por falta de práctica, cómo empuñarla, cómo asestar el golpe, cómo dar batalla...

Su espíritu derrotado ya no sabe cómo volver a emprender la caminata, no reconoce los vientos que otrora le guiaran y ya no puede ni hablar. Llora silenciosaemnte y, sin saber cómo, no sólo ha vuelto a caminar sino que corre, sin saber hacia donde, sin poderse controlar.

Se ha olvidado su espada junto al camino y, cuando se percata de ello, no recuerda cómo regresar. Se detiene abruptamente: se ha dado cuenta que él nunca fue un héroe, sino que justamente un héroe es lo que necesita, alguien que lo instruya cómo luchar a sus demonios, o que lo haga en su lugar.

Busca y busca en las miradas comprensión, alguien que entienda su sufrimiento. Busca, hasta que una visión le petrifica por completo: al mirar el prado que le rodea ve incontables, casi infinitas espadas que yacen en el paisaje, abandonadas, entre las cuales seguramente se encuentre la suya allí, tirada, olvidada, adornando el lugar junto a las demás.
Se arrodilla, con la cara hacia el sol, y se pregunta...

Se pregunta si acaso aquellos "adornos" pertenecieron, alguna vez, a los que con tanto desdén le ignoraban. ¿Sería que quizás, ya no quedaban héroes capaces de ayudarle?

La caminata prosiguió lentamente y en silencio. Su mirada se tornó tosca e indiferente. Desdeñaba a aquellos que habían abandonado sus armas, y miraba con duda a aquellos que las empuñaban.

La caminata, prosiguió. La procesión infinita de las almas continuó. Y su alma se perdió junto a las demás.

*"Eram quod es, eris quod sum" = "Yo fui lo que eres; tú serás lo que Soy"

El temido enemigo


Les comparto este cuento del escritor y psicoterapeuta argentino Jorge Bucay:

Había una vez, en un reino muy lejano y perdido, un rey al que le gustaba mucho sentirse poderoso. Su deseo de poder no se satisfacía sólo con tenerlo, él necesitaba, además, que todos lo admiraran por ser poderoso. Así como a la madrastra de Blanca Nieves no le alcanzaba con verse bella, también él necesitaba mirarse en un espejo que le dijera lo poderoso que era. Él no tenía espejos mágicos, pero contaba con un montón de cortesanos y sirvientes a su alrededor a quienes preguntarle si él era el más poderoso del reino. Invariablemente todos le decían lo mismo:

- Alteza, eres muy poderoso, pero tú sabes que el mago tiene un poder que nadie posee: Él conoce el futuro.

El rey estaba muy celoso del mago pues aquel no sólo tenía fama de ser un hombre muy bueno y generoso, sino que además, el pueblo entero lo amaba, lo admiraba y festejaba que él existiera y viviera allí.

No decían lo mismo del rey. Quizás porque necesitaba demostrar que era él quien mandaba y el rey no era justo, ni ecuánime y mucho menos bondadoso.

Un día, cansado de que la gente le contara lo poderoso y querido que era el mago, o motivado por esa mezcla de celos y temores que genera la envidia, el rey urdió un plan: Organizaría una gran fiesta a la cual invitaría al mago. Después de la cena, pediría la atención de todos. Llamaría al mago al centro del salón y delante de los cortesanos, le preguntaría al mago si era cierto que sabía leer el futuro. El invitado tendría dos posibilidades: decir que no, defraudando así la admiración de los demás, o decir que sí, confirmando el motivo de su fama.

El rey estaba seguro de que escogería la segunda posibilidad. Entonces, le pediría que le dijera la fecha en la que el mago del reino iba a morir. Éste daría una respuesta un día cualquiera, no importaba cuál. En ese mismo momento, planeaba el rey, sacar su espada y matarlo. Conseguiría con esto dos cosas de un solo golpe: la primera, deshacerse de su enemigo para siempre; la segunda, demostrar que el mago no había podido adelantarse al futuro, ya que se había equivocado en su predicción. Se acabarían, en una sola noche, el mago y el mito de sus poderes.


Los preparativos se iniciaron enseguida, y muy pronto llegó el día del festejo. Después de la gran cena, el rey hizo pasar al mago al centro y le preguntó:

- ¿Es cierto que puedes leer el futuro?

- Un poco - dijo el mago.

- ¿Y puedes leer tu propio futuro? - preguntó el rey

- Un poco - dijo el mago.

- Entonces quiero que me des una prueba - dijo el rey- ¿Qué día morirás? ¿Cuál es la fecha de tu muerte?

EI mago se sonrió, lo miró a los ojos y no contestó.

- ¿Qué pasa mago? - dijo el rey sonriente -¿No lo sabes?... no es cierto que puedes ver el futuro?

- No es eso - dijo el mago - pero lo que sé, no me animo a decírtelo.

-¿Cómo que no te animas? - dijo el rey ...Yo soy tu soberano y te ordeno que me lo digas. Debes darte cuenta de que es muy importante para el reino saber cuando perderemos a sus personajes más eminentes... Contéstame pues, ¿cuándo morirá el mago del reino?

Luego de un tenso silencio, el mago lo miró y dijo:

-No puedo precisarte la fecha, pero sé que el mago morirá exactamente un día antes que el rey.

Durante unos instantes, el tiempo se congeló. Un murmullo corrió por entre los invitados.

El rey siempre había dicho que no creía en los magos ni en adivinaciones, pero lo cierto es que no se animó a matar al mago. Lo perdonó, sí por conveniencia, pero le perdonó la vida. Lentamente el soberano bajó los brazos y se quedó en silencio... Los pensamientos se agolpaban en su cabeza.

Se dio cuenta de que se había equivocado.

Su odio había sido el peor consejero

- Alteza, te has puesto pálido. ¿Qué te sucede? - preguntó el invitado.

-Me estoy sintiendo mal - contestó el monarca - voy a ir a mi cuarto, te agradezco que hayas venido. Y con un gesto confuso giró en silencio encaminándose a sus habitaciones...

El mago era astuto, había dado la única respuesta que evitaría su muerte ¿Habría leído su mente? La predicción no podía ser cierta. Pero... ¿Y si lo fuera?... Estaba aturdido... Se le ocurrió que sería trágico que le pasara algo al mago camino a su casa

El rey volvió sobre sus pasos, y dijo en voz alta :

-Mago, eres famoso en el reino por tu sabiduría, te ruego que pases esta noche en el palacio pues debo consultarte por la mañana sobre algunas decisiones reales.

-¡Majestad! Será un gran honor, dijo el invitado con una reverencia.

El rey dio órdenes a sus guardias personales para que acompañaran al mago hasta las habitaciones de huéspedes en el palacio y custodiasen su puerta asegurándose de que nada le pasara...

Esa noche el soberano no pudo conciliar el sueño. Estuvo muy inquieto pensando qué pasaría si al mago le hubiera caído mal la comida, o si se hubiera hecho daño accidentalmente durante la noche, o si, simplemente, le hubiera llegado su hora.

Bien temprano en la mañana el rey golpeó en las habitaciones de su invitado.

Él nunca en su vida había pensado en consultar ninguna de sus decisiones, pero esta vez, en cuánto el mago lo recibió, hizo la pregunta...necesitaba una excusa.

Y el mago, que era un sabio, le dio una respuesta correcta, creativa y justa.

El rey, casi sin escuchar la respuesta, alabó a su huésped por su inteligencia y le pidió que se quedara un día más supuestamente, para "consultarle" otro asunto... (obviamente, el rey sólo quería asegurarse de que nada le pasara). El mago - que gozaba de la libertad que sólo conquistan los iluminados - aceptó.

Desde entonces todos los días, por la mañana o por la tarde, el rey iba hasta las habitaciones del mago para consultarlo y lo comprometía para una nueva consulta al día siguiente.

No pasó mucho tiempo antes de que el rey se diera cuenta de que los consejos de su nuevo asesor eran siempre acertados y terminara, casi sin notarlo, teniéndolos en cuenta en cada una de sus decisiones.

Pasaron los meses y luego los años.

Y como siempre... estar cerca del que sabe vuelve al que no sabe, más sabio.

Así fue: el rey poco a poco se fue volviendo más y más justo. Ya no era despótico ni autoritario. Dejó de necesitar sentirse poderoso, y seguramente por ello dejó de necesitar demostrar su poder.

Empezó a aprender que la humildad también podía tener sus ventajas. Empezó a reinar de una manera más sabia y bondadosa. Y sucedió que su pueblo empezó a quererlo, como nunca lo había querido antes.

El rey ya no iba a ver al mago investigando por su salud, iba realmente para aprender, para compartir una decisión o simplemente para charlar.

El rey y el mago habían llegado a ser excelentes amigos.

Hasta que un día, a más de cuatro años de aquella cena, sin motivo, el rey recordó. Recordó que este hombre, a quien consideraba ahora su mejor amigo, había sido su más odiado enemigo. Recordó aquel plan que alguna vez urdió para matarlo. Y se dio cuenta de que no podía seguir manteniendo este secreto sin sentirse un hipócrita.

El rey tomó coraje y fue hasta la habitación del mago. Golpeó la puerta y apenas entró, le dijo:

-Hermano mío, tengo algo para contarte que me oprime el pecho.

-Dime - dijo el mago - y alivia tu corazón

-Aquella noche, cuando te invité a cenar y te pregunté sobre tu muerte, yo no quería en realidad saber sobre tu futuro, planeaba matarte frente a cualquier cosa que me dijeras, quería que tu muerte inesperada desmistificara tu fama de adivino. Te odiaba porque todos te amaban.... Estoy tan avergonzado...

El rey suspiró profundamente y siguió:

-Aquella noche no me animé a matarte y ahora que somos amigos, y más que amigo, hermanos, me aterra pensar todo lo que hubiera perdido si lo hubiera hecho. Hoy he sentido que no puedo seguir ocultándote mi infamia. Necesité decirte todo esto para que tú me perdones o me desprecies, pero sin ocultamientos.


El mago lo miró y le dijo:

-Has tardado mucho tiempo en poder decírmelo, pero de todas maneras, me alegra que lo hayas hecho, porque esto es lo único que me permitirá decirte que ya lo sabía. Cuando me hiciste la pregunta y acariciaste con la mano el puño de tu espada, fue tan clara tu intención, que no hacía falta ser adivino para darse cuenta de lo que pensabas hacer.

El mago sonrió y puso su mano en el hombro del rey

- Como justa devolución a tu sinceridad, debo decirte que yo también te mentí... Te confieso que inventé esa absurda historia de mi muerte antes de la tuya para darte una lección. Una lección que recién hoy estás en condiciones de aprender, quizás la más importante cosa que yo te haya enseñado:
Vamos por el mundo odiando y rechazando aspectos de los otros y hasta de nosotros mismos que creemos despreciables, amenazantes o inútiles... y sin embargo, si nos damos tiempo, terminamos dándonos cuenta de lo mucho que nos costaría vivir sin aquellas cosas que en un momento rechazamos.

Tu muerte, querido amigo, llegará justo, justo el día de tu muerte, y ni un minuto antes. Es importante que sepas que yo estoy viejo, y mi día seguramente se acerca. No hay ninguna razón para pensar que tu partida deba estar atada a la mía. Son nuestras vidas las que se han ligado, no nuestras muertes.

El rey y el mago se abrazaron y festejaron brindando por la confianza que cada uno sentía en esta relación que habían sabido construir juntos.

Cuenta la leyenda... que misteriosamente, esa misma noche... el mago... murió durante el sueño.

El rey se enteró de la mala noticia a la mañana siguiente y se sintió desolado. No estaba angustiado por la idea de su propia muerte, había aprendido del mago a desapegarse hasta de su permanencia en este mundo. Estaba triste por la muerte de su amigo.

Qué coincidencia extraña había hecho que el rey le pudiera contar esto al mago justo la noche anterior a su muerte? Tal vez de alguna manera desconocida el mago había hecho que él pudiera decirle esto para poder quitarle su fantasía de morirse un día después. Un último acto de amor para librarlo de sus temores de otros tiempos... Cuentan que el rey se levantó y que con sus propias manos cavó en el jardín, bajo su ventana, una tumba para su amigo, el mago. Enterró allí su cuerpo y el resto del día se quedó al lado del montículo de tierra, llorando como sólo se llora ante la pérdida de los seres más queridos.

Y recién entrada la noche, el rey volvió a su habitación.

Cuenta la leyenda... que esa misma noche... veinticuatro horas después de la muerte del mago, el rey murió en su lecho mientras dormía... quizás de casualidad... quizás de dolor... quizás para confirmar la última enseñanza de su maestro.

Para ti

A veces las palabras que uno sabe decir, no son suficiente para expresar un sentimiento o decir algo que quisiera uno decir de una u otra forma.Y cuando eso pasa existen otro tipo de expresiones ideales como la MÚSICA.

Esta vez quiero poner aquí un tema que me gusta mucho, interpretado por el grupo CAMILA. Espero que pueda ayudarme a decirte a TI, el color con el que veo las cosas, aunque seguramente para ti es de otro color.

espero que te guste...


ALÉJATE DE MÍ.


Aléjate de mí y hazlo pronto ántes de que te mienta.
Tu cielo se hace gris , yo ya camino bajo la tormenta.
Alejate de mí, escapa ve que ya no debo verte.
Entiende que aunque pida que te vayas, no quiero perderte.

La luz ya, no alcanza
No quieras caminar sobre el dolor descalza
Un ángel te cuida
Y puso en mi boca la verdad para mostrarte la salida.

Y aléjate de mi amor
Yo sé que aun estas a tiempo
No soy quien en verdad parezco
y perdón, no soy quien crees yo no caí del cielo.

Si aun no me lo crees amor
y quieres tu correr el riesgo
verás que soy realmente bueno
en engañar y hacer sufrir
a quien más quiero...
a quien más quiero...

Aléjate de mi pués tu bien sabes que no te merezco
quisiera arrepentirme, ser el mismo y no decirte esto
Aléjate de mí, escapa, vete ya no debo verte
Entiende que aunque pida que te vayas no quiero perderte.

La luz ya, no alcanza
No quieras caminar sobre el dolor descalza
Un ángel te cuida
Y puso en mi boca la verdad para mostrarte la salida

Y aléjate de mi amor
Yo sé que aun estas a tiempo
No soy quien en verdad parezco
y perdón, no soy quien crees yo no caí del cielo.

Si aun no me lo crees amor
y quieres tu correr el riesgo
verás que soy realmente bueno
en engañar y hacer sufrir
a quien más quiero...
a quien más quiero...

Y aléjate de mi amor
Yo sé que aun estas a tiempo
No soy quien en verdad parezco
y perdón, no soy quien crees yo no caí del cielo.

Si aun no me lo crees amor
y quieres tu correr el riesgo
verás que soy realmente bueno
en engañar...a quien más quiero...
a quien más quiero...

para ti donde quiera que te encuentres

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