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De regreso en Tuxtla Gutiérrez

Ya estos de regreso en Tuxtla Gutiérrez, Chiapas. El Chiapas de Sabines, Don Jaime Sabines, el de las “cucharaditas de luna” para curarlo todo, o casi todo. Desde la media noche de ayer tomé el autobús de la línea Cristóbal Colón y viajé toda la noche para llegar acá, pasando por esos pueblos con paisajes de ensueño, Pichucalco, Ixután, Solusuchiapas (no estoy seguro si es “solu” o “sulu” el caso es que los pobladores suelen llamarle con el nombre corto de “shulo”), Tapilula, Ixtacomitán, Rayón, etc.

Al fin llegue a las 5:40 a la terminal OCC, que por cierto desde la primera vez que vine a Tuxtla me llevó tiempo averiguar que significaban esas siglas, y poco tiempo después supe que se refería a Ómnibus Cristóbal Colón, que locura, era tan obvio. Lo primero que hice fue buscar un lugar donde poder tomar un cafecito ya que para esa hora era necesario poder despertarme bien, así que enfilé hacia el primer puesto que encontré. Craso error. Ha sido el café más caro que he tomado luego del Café la Cabaña allá en mi querida Villahermosa. Diez pesos un vasito de unicel con café, además que no era un café caliente como a mí me gusta sino un café tibio y casi simple. En fin.

Todavía la señora del puesto me ofreció pan, lo que no acepté no fuera a cobrármelo más caro que la Bimbo o Tía Rosa (al menos por mi casa un pan vale $1.50 y son deliciosos), así que preferí preguntarle por la ruta 20 que me había recomendado Nadia Penagos una compañera de la maestría que trabaja en un hospital de Tuxtla pero que últimamente se dedica a orientar turistas despistados y de escasos recursos para tomar un taxi así que me oriento respecto de de donde tomar la colectiva. (jejejeje saludos Nadia)

Por cierto, ahora que hablo de mi amiga Penagos debo decir que vine a Tuxtla a tomar clases presenciales de la maestría que actualmente curso, ya que la modalidad que elegí desde un inicio fue a distancia por lo que comúnmente no tengo que viajar acá para tomar la clases, no obstante, decidí llevar esta materia en la modalidad Presencial con el fin de convivir con mis compañeros a los que conozco muy poco.

Por ahora lo único que recibiré a distancia es la guía turística de mi amiga Nadia Penagos, quien me dio todo un itinerario del cual tomé nota con puntualidad sin embargo nunca me dijo que el denominado CONEJOBUS (los equivalentes a Transbús de mi rancho) no daba cambio, así que al pagar con 10 pesos me llevaron al baile de nuevo. 10 pesos del café y 10 pesos del Bus.
Después de tomar la ruta 20 llegué al mercado 5 de mayo como me lo había indicado Penagos y me doy con que el mercado estaba cerrado: Luego de preguntar a personas que pasaban por el lugar, supe que no abrirían sino hasta las 7, entonces me quedé sentado en una banca del parque frente al mercado a esperar que abrieran.

Aun no terminaban de abrir el mercado, o al menos las puertas principales estaban aun cerradas, cuando un puesto de la esquina del mercado comenzó a sacara mesas, colocar sillas, etc. A lo lejos logré leer la denominación del puesto, “Doña Mary”, era un puesto de tamales estilo chiapaneco. Seguí esperando que el mercado abriera y sin percatarme a tiempo noté que el puesto de “Doña Mary” ya estaba lleno y tomando cuenta aquella frase de “Vox Populli, Vox Dei” decidí dejar de esperar la apertura del mercado y me cruce la calle de inmediato.

En el puesto de tamales lo único familiar para mí era el arroz con leche que se veía delicioso, el café y nada más. Los tamales eran de muchos tipos, de bola (ni idea), de cambray, y otros que no recuerdo sus raros nombres. En fin, luego de analizar que lo de cambray se refería a “papas” pos pensé en un tamal de papa y lo pedí, nada más fuera de la realidad.

El café me ayudó a digerir el tamal cambray que para mi suerte había yo pedido dos, además de que al no imaginar que se trataba de un tamal dulce con carne deshebrada y verduras o algo parecido, le puse también salsa picante. No puedo decir que el sabor era feo, al contrario era un tamal muy rico, el asunto era que tenía un sabor dulce y en mi rancho los tamales son salados, así que era asunto de costumbre.

Luego del asunto del tamal cambray y de saborear aquel rico café, noté que el mercado por fin había abierto (que locura, debieron abrir a las 7, cuando los mercados de mi rancho a las 4 o 5 ya están en su apogeo), así que visité su interior, y a salir por uno de sus costados que encontré como con ocho o nueve locales de comida de distintos tipos, y yo me la había pasado esperando que abrieran del otro lado. Como dice mi abuelita (mi mami) “el que no sabe es como el que no ve”, yo ni sabía ni los vi.

En el mercado compré un kilo de “tascalate”, una bebida muy parecida al polvillo de mi pueblo, de hecho al parecer es lo mismo pero con canela y algo parecido al achiote que le da el color rojo característico. Tomé por primera vez el tascalate en casa de mi amigo Manuel Llergo en Teapa y desde entonces me gustó.

Enfilé después hacia la parada de autobús para dirigirme a las oficinas de UNISUR pero como aun eran las 8 de la mañana y yo no entro hasta las 9 me senté hacer tiempo ya estando en la parada del conejo bus.

Por cierto que debo decirle que el dichoso conejobus no usa combustible común, sino que usa el denominado biodiesel que no contamina y al parece lo obtienen de algún proceso de de biodegradación o algo así. Una cosa que me dejó muy sorprendido fue ver como la gente se forma en fila para tomar el conejo bus, en la medida que van llegando se van formando, de tal manera que el que llega primero tiene derecho a subir primero. Increíble, acá en mi rancho todavía estamos muy salvajes para poner en práctica esos hábitos cosmopolitas que ya han adoptado muy bien los habitantes de Tuxtla. Chido ¡¡¡Más perros que Popeye!!!.

Posteriormente tomé el conejobus para irme a la universidad y fue ahí donde “la puerca torció el brazo”, yo no traía cambio y tuve que pagar con una moneda de diez pesos y el dispositivo del bus no me dio el cambio. Con todo y rabieta terminé de llegar a las oficinas y tal como me había dicho La Penagos, encontré Bonampak y ahí me bajé. Ya para entonces faltaban 20 minutos para que iniciara la clase.

Me presenté de inmediato en el aula que me correspondía, no sin antes preguntar a los empleados de UNISUR, y saludar a otros como el ingeniero Oscar, encargado de soporte y a quien siempre me la vivo molestando cuando tomo mis clases a distancia y el sistema para tal fin falla.
Después, uno a uno fueron llegando los compañeros, a algunos ya los conocía, otros solamente de vista, otros para nada los conocía y desde luego Mi amiga Penagos con quien ya había conversando en varias ocasiones por el Messenger y había sido la guía para que mi regreso a Tuxtla fuera menos tortuoso. Al poco tiempo el profesor llegó y la clase comenzó.

Finalmente al terminar la clase mis compañeros se fueron a su clase de inglés y yo tomé la colectiva de la ruta que me llevaría a la terminal OCC y ahí tomar el bus de regreso a mi adorada Villahermosa. Salía las dos de la tarde de Tuxtla Gutiérrez y ya para 5.30 estaba entrando a Villahermosa, luego de ahí tomé un autobús en La Sultana para regresar aquí a Teapa, a donde llegue poco antes de las 7 de la noche.

Volveré Tuxtla, y llegaré hasta aquella cruz ubicada en un cerro y que se puede ver desde varios puntos de la ciudad, siempre y cuando la Penagos -mi guía de turista-, me indique como llegar hasta allá. Volveré pronto.

Así las cosas. Así mi visita a Chiapas de Corzo, el Chiapas de Reyli, el Chiapas de Ornelas, el Chiapas de Sabines. El gran Jaime Sabines.

...Pon una hoja tierna de la luna debajo de tu almohada y mirarás lo que quieras ver....Fragmento del Poema "La luna" de Jaime Sabines

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